Retroalimentación| Evaluación formativa.
Con cierta frecuencia, los profesores solemos preguntarnos por qué los estudiantes no
alcanzan los aprendizajes previstos, a pesar de haber realizado un proceso de planificación
minucioso, haber diseñado e implementado con suma cautela las experiencias de
aprendizaje utilizando recursos de manera pertinente, atendiendo sus intereses y
motivaciones, contextualizando las situaciones y diversificando el currículo.
Sin embargo, aun en medio de todos nuestros esfuerzos, encontramos estudiantes que,
a pesar de mostrar un genuino interés por aprender y poner toda su voluntad en ello,
no alcanzan las metas de aprendizaje previstas.
Entonces, no renunciamos y volvemos
a trabajar con ellos, “repitiendo” las experiencias de aprendizaje una y otra vez con la
idea errónea de que el estudiante logrará aprender si reproduce muchas veces lo mismo.
Pero todo esfuerzo pareciera ser en vano, porque cuando creemos que ya lo logramos,
tanto estudiantes como profesores celebramos la conquista, pero al cabo de un tiempo,
la situación inicial de dificultad en el desempeño de los estudiantes vuelve a presentarse.
Entonces, cabe preguntarse: ¿cuáles son los insumos que tenemos en cuenta para diseñar
las acciones remediales que implementamos? ¿Hemos profundizado en las dificultades
reales que tienen los estudiantes? ¿Hemos constatado nuestras hipótesis acerca de dónde
residen las faltas de comprensión o interferencias en el aprendizaje? ¿Hemos prestado
atención a qué tanta coincidencia existe entre “nuestros” propósitos de aprendizaje y lo
que ellos tenían como expectativa de logro, si es que acaso lo tenían?
Poner énfasis en aquellos aspectos que aporten en clarificar las necesidades de
aprendizaje de nuestros estudiantes constituye un elemento primordial que suele
pasar inadvertido, y es uno de los cimientos básicos para desarrollar procesos de
retroalimentación de manera eficiente.
Este fascículo, precisamente, tiene el propósito
de revisar las nociones fundamentales de la retroalimentación en tanto proceso medular
del aprendizaje y de la enseñanza.
En primer lugar, revisaremos algunos lineamientos importantes de la evaluación formativa
y luego desarrollaremos con mayor profundidad la retroalimentación en el marco del
enfoque por competencias y la evaluación formativa, sus características y tipología. Así
también, analizaremos los propósito y beneficios de la retroalimentación en los procesos
de aprendizaje, y revisaremos con mayor énfasis las implicancias de la retroalimentación
en la autonomía del estudiante.
1. La evaluación formativa:
El Currículo Nacional de la Educación Básica (2016) plantea que “desde este enfoque
[formativo], la evaluación es un proceso sistemático en el que se recoge y valora información
relevante acerca del nivel de desarrollo de las competencias en cada estudiante, con el fin
de contribuir oportunamente a mejorar su aprendizaje” (p. 177).
En esta línea, la evaluación formativa es un proceso mediante el cual se recaba información
con el propósito de revisar y optimizar el aprendizaje durante el proceso de construcción.
Pero no solo está el aprendizaje, sino también la enseñanza, esto es, adaptarla a las
necesidades de los estudiantes (que precisamente viene a ser parte de la información
recabada), así como de los propósitos de aprendizajes que se establecieron en su
momento. Este segundo propósito de la evaluación formativa se vincula a la propuesta
de Cardinet y Alial (citado en Anijovich, 2010), quienes entienden la evaluación formativa
desde el punto de vista de la regulación de las interacciones suscitadas en el aula, de la
regulación de los propósitos formativos, y de la regulación de las nuevas actividades de
enseñanza y de aprendizaje que se derivan de las necesidades de ajuste y mejora.
Para complementar esta definición, tomaremos las ideas de Bain, Chevallard, GarcíaDebanc y Mas (citado en Anijovich, 2010).
Desde el campo de la didáctica específica de
las áreas, ellos proponen que la naturaleza propia de las áreas define los objetivos, los
medios y las funciones de la evaluación formativa. De esta postura podemos deducir
que, cuanto más dominio tenga el profesor de la didáctica específica de su área, podrá
conducir de mejor manera la evaluación formativa, pues los procesos del aprendizaje
orientarán los procesos de la evaluación. La claridad de los propósitos, por su parte,
aportará en el establecimiento de los criterios para juzgar el logro de los aprendizajes.
Así, por ejemplo, en el caso que relatamos al inicio, el profesor pudo conducir el proceso
de retroalimentación con relativa eficacia al orientar la reflexión hacia la pertinencia del
uso de los gráficos y los criterios de elección de las medidas de tendencia central. El
profesor pudo conducir la situación a partir del conocimiento de la didáctica específica
del área.
Otro tipo de información importante en el proceso de aprendizaje, que solo es posible
identificar a partir del conocimiento de las didácticas específicas, son las concepciones
erróneas de los estudiantes y los errores que, con frecuencia, son naturales en el proceso
de aprendizaje. La evaluación formativa será más efectiva a partir de esta información y
aportará en el diseño de estrategias remediales de parte del profesor.
Descargue aquí material completo